Según cuenta una antigua leyenda de los selk’nam, pueblo amerindio que habitó en la Isla Grande de Tierra del Fuego (entre Chile y Argentina), que hace hace mucho tiempo vivió en esta región un joven llamado Kamshout, en un tiempo en que las hojas de los árboles permanecían verdes durante todo el año.


Un buen día el joven decidió emprender el rito de iniciación a la madurez, llamado klóketen, que los selk’nam debían cumplir a los 18 años con objeto de convertirse en hombres y ser reconocidos como tales. Este rito incluía emprender un largo viaje y así lo hizo, pero tardó tanto tiempo en regresar que muchos de los vecinos de su pueblo comenzaron a darle por muerto, hasta que llegó un momento en que nadie esperaba su retorno. 

Para sorpresa de todos Kamshout regresó a su pueblo aunque sensiblemente cambiado, parecía mucho más nervioso que de costumbre y hablaba sin cesar sobre una mágica tierra de inmensos bosques que había encontrado más al norte, un lugar donde los árboles lucían hojas muertas en sus ramas durante la estación del Otoño (en la que ahora se encontraban), y que parecían revivir al volver los primeros rayos cálidos de la Primavera. 

La manifiesta incredulidad de sus vecinos se hizo patente cuando las primeras risas se desataron, y Kamshout presa de la ira se dio media vuelta y volvió a marcharse por donde había venido, pero al poco de marcharse regresó transformado en un enorme loro, adornado de brillantes plumas rojas en su pecho y verde esmeralda sobre su espalda. 

Emitiendo graznidos comenzó a volar entre los árboles circundantes, tiñendo de rojo aquellas hojas que tocaba, y al poco las hojas comenzaron a caer sin vida al suelo. El miedo hizo presa en los selk’nam quienes temieron por la vida de los árboles, y ante su cara de horror comenzaron las sonoras risas de Kamshout. 

Pero los árboles no murieron, sino que volvieron a recuperar su verdor en los albores de la Primavera aunque los loros continúan recordando a los hombres este episodio, cuando se reúnen en las ramas para seguir riéndose de nosotros y vengando así a Kamshout.


 
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