Desde los años 50, el fenómeno ovni esta relacionado con la aparición de unos hombres con traje negro encargados de hacer callar a testigos y confiscar pruebas que podrían evidenciar existencia extraterrestre. Estos son comúnmente llamados “hombres de negro”, o “silenciadores”.
Su indumentaria suele ser negra, como su nombre indica, voz metálica o extrañamente modulada, y en algunos casos, los testigos hablan de comunicación telepática o apariciones oníricas.
Pero su función en cualquier caso es la misma, intentan mantener oculta cualquier información que salga a la luz sobre fenómenos extraterrestres, y sobre todo mantener el silencio de los testigos, ya sea por medio de la coacción, manipulando sus recuerdos, o en último caso la propia eliminación del testigo simulando un accidente.
Es cierto que en la mayoría de encuentros, los testigos afirman tener un lapso de tiempo en el que no recuerdan nada y hablan de entrevistas hechas en su propio domicilio, y cuando están solas, de estos peculiares hombres impecablemente vestidos, generalmente corteses, pero amenazantes, y que en general suelen poseer una amplia información acerca de la vida del testigo, y sobre todo acuden a él antes de que informe a nadie sobre los avistamientos, con lo que surge la pregunta de ¿Cómo saben lo que el testigo ha visto?. En otros casos les visitan para tratar de convencerles que lo que han visto nunca ha ocurrido, y casi siempre van en grupos de tres que se muestran tan poca expresión en sus rostros que les hacen no parecer humanos.
Estos peculiares personajes vestidos de negro, suelen aparecer relacionados con casos de ufología o de avistamientos extraterrestres, y ya se habla de ellos en 1947.
Su origen es tan extraño y confuso como el propio tema ovni, y hay muchas especulaciones sobre lo que en realidad son estos personajes, desde agentes de la KGB o de la CIA, hasta agentes secretos relacionados con investigaciones aéreas, trabajadores del área 51, o incluso extraterrestres, pero en cualquier caso, tanto su apariencia como su comportamiento son extraños, y a menudo amenazadores.
Otra opinión, es que los Hombres de Negro son un elemento puramente folclórico dentro del fenómeno Ovni fruto de la influencia mediática, la imaginación colectiva y la autosugestión, o que el mito surgiera a raíz de la vestimenta de colores oscuros que utilizan muchos agentes de la CIA, (que en su día, y alarmada por las conjeturas, llegó a desmentir que esos personajes que varios testigos habían afirmado ver, pertenecieran a la agencia.), el FBI y el Servicio Secreto, aunque la mayoría de estudiosos de casos de encuentros con ovnis, opinan que debe haber cierto elemento real en el tema, debido a casos de extorsión y amenaza ocurridos a investigadores.
Pero el investigador Bill Moore aporta la hipótesis más coherente, y es que formula que los Hombres de Negro forman parte de la real “Oficina de Investigaciones especiales de la Fuerza Aérea” , un departamento de seguridad interno de EEUU constituido en 1948 e incluido después en el FBI para investigar las actividades criminales dentro de la Fuerza Aérea y sus contratistas de armas. Una de las misiones de esta agencia es la de proteger la tecnología, los programas y al personal sobre una crisis global de “amenazas externas”.
El ejemplo más conocido de esta amenaza Albert k. Bender, en septiembre de 1953 en Bridgeport, Connecticut. Bender presidente de la “International Flying Saucer Bureau” (oficina internacional de platillos volantes) , era editor de una revista sobre Ovnis y en uno de los números anunció que publicaría en el siguiente número una verdad que asombraría al mundo, ya que decía conocer el origen de los extraterrestres y la razón de sus visitas a nuestro planeta. Este ejemplar jamás fue publicado, ya que Bender supuestamente recibió la visita de tres hombres que confirmaron sus suposiciones y añadieron más datos escalofriantes que hizo que enfermara y no comiera durante días.
Al final se echó atrás y no reveló su información. Sus allegados decían que no era el mismo desde la visita de esos extraños hombres, y no volvió a hablar del tema ovni con nadie durante años. Aquejado de fuertes dolores de cabeza, escribió a duras penas el libro “Flying Saucers and the Three Men” (Los platillos volantes y los tres hombres), donde pareció desvariar sobre sus anteriores y serias investigaciones hablando de proyecciones astrales a una base de platillos volantes situada en el Antártico. El libro parecía ser sólo una tapadera de lo que había ocurrido en realidad.
Bruce Cathie, defensor de la teoría de que estos hombres eran una especie de enlaces y traductores entre los humanos y los extraterrestres, fue abordado en un hotel en Nueva Zelanda. Había dado a conocer que llevaba consigo fotografías de las misteriosas antenas que se estaban multiplicando en la zona donde vivía, mientras tres individuos se hallaban sentados en una mesa cercana, y uno de ellos se le acercó y trató de darle conversación, mientras las fotos estaban sobre la mesa, a su vista. El hombre trató de que Cathie le dijera su nombre y una dirección donde se le pudiera localizar, pero no accedió. Finalmente, se disculpó y subió a su habitación, volviendo a bajar para poner sus fotos en la caja fuerte del hotel. Los hombres ya no estaban allí, y al preguntarle a la chica de recepción cuándo habían pasado por allí, ella le dijo que nadie se había marchado. Pareció como si seres se hubiesen desvanecido.
Quizás el caso más preciso es el de Edward Christiansen, que en noviembre de 1966 había visto un OVNI, pero no fue hasta el 9 de enero de 1967, cuando en su casa de Nueva Jersey, un hombre extraño llamó a su puerta. Dijo pertenecer a la Oficina de Localización de Herederos, y que era posible que el señor Christiansen hubiera heredado mucho dinero. De inmediato Edward notó que aquel hombre era extraño. De 2 metros, hombros muy anchos, y 120 kg de peso. Llevaba un largo abrigo negro de tela muy fina, y un gorro de estilo ruso que al quitárselo, descubrió el pelo cortado al cero .
Tenía los ojos saltones y no estaban sincronizados el uno con el otro. El perro de los Christiansen, comenzó a gruñir de inmediato. Tenía una voz metálica, y cuando se sentó, sus pantalones se levantaron y observó fascinado un cable verde que le salía del calcetín y subía por su pierna. Cuando se le ofreció tomar algo rehusó y dijo que dentro de diez minutos necesitaría un vaso de agua. Durante la entrevista, la familia observó que su rostro se iba poniendo cada vez más rojo, hasta que terminó pidiendo el vaso de agua, que se bebió de un trago con una gran píldora amarilla. Esto pareció devolverle a su estado normal.
Al marcharse, la mujer de Edwar decidió observarle y le vio levantar la mano y un Cadillac negro del año 1963 surgió de las sombras con las luces apagadas. El desconocido entró en él y se fue.
Al día siguiente, Edward recibió una llamada telefónica con una voz femenina que le explicó que el Edward Christiansen que buscaba la oficina de Herederos había sido localizado en California. Él le dio las gracias y colgó.Esta vez no hubo ninguna amenaza, aunque Edward y su mujer conocían la historia de los hombres de negro y supusieron que su avistamiento era la causa de la visita, con lo que decidieron mantenerlo en secreto durante un tiempo.
Otro caso es el del dr. Herbert Hopkins, de Maine, que en 1976 recibió la visita de otro de éstos personajes, calvo, sin cejas ni pestañas, de piel pálida y labios pintados, que hizo desaparecer unas monedas y se despidió con la frase “Mi energía se está agotando, debo irme”. En esta misma época, varios investigadores afirmaron que fueron visitados por extraños hombres que les sugerían cambiar los datos de sus investigaciones.
Otra situación en los que los hombres de negro se han dado a conocer y que ya hemos publicado aquí, han sido durante las apariciones del Mothman ( aqui), y es que en su libro The Mothman Prophecies (Las profecías del Hombre Polilla).
John Keel cuenta sus encuentros con los Hombres de Negro y como estos amenazan a todo aquel que ha tenido contacto con Ovnis.